“El Riso de Oro”, peluquería desde 1940

La peluquería la heredó Francisco Hernández de su abuelo, en Amatlán de los Reyes

Miguel Ángel Contras Mauss

Córdoba. – Es la peluquería más antigua y no por eso huele a viejo, más bien, de ella se desprende un aroma a nostalgia, tradición y de muchas historias por contar.

En poblado de Paraje Nuevo, municipio de Amatlán de los Reyes, se encuentra un pequeño y modesto local pintado de color azul desgastado por el tiempo. Letras amarillas resaltan a la vista de cualquiera que pasa por la calle principal del lugar.

Se trata de la peluquería “El Riso de Oro”, la cual se mantiene abierta desde 1940. Aunque inicialmente fue construida de tablones de madera de pino, hoy el lugar ha sido modernizado y es de concreto sólido, sin embargo, en sus muros se guardan momentos nostálgicos.

Francisco Hernández García de 44 años de edad heredó de su padre está peluquería, la cual fue de su abuelo, don José Hernández Hernández, quien la bautizó con el nombre “El Riso de Oro”, hace ya 70 años.

Para Francisco, las nuevas peluquerías no representan en nada a lo que él hace, debido a que el proceso del corte es todo un ritual que sólo los peluqueros de la vieja escuela conocen.

“Hay quienes dicen que las peluquerías convencionales llegaron a su fin. Yo pienso que no, al contrario, aunque las exigencias crecen y tenemos que actualizarnos, hay muchas personas nuevas que no saben cómo hacer un buen corte, por ejemplo, el militar”, dice con una sonrisa.

Comenta que las nuevas generaciones no proponen nada nuevo, los cortes que hacen en esos lugares son viejísimos, nada más que algunos son más delicados que las mujeres y prefieren irse para allá.

“Se ven en el espejo para encontrar detalles o cosas que no les agrada, ya es manía”, comenta, mientras suelta una carcajada.

Este peluquero tiene sus clientes de cajón, son personas muy importantes para él, se involucra tanto con ellos que hasta los considera sus amigos.

“Somos como los padres: vienen, se confiesan y no revelamos el secreto… Aquí se habla de política, futbol, espectáculos, de todo. Pero nos ale de ahí, de una buena y amena charla, todos somos amigos”, dice gustoso.

Mientras corta el cabello a un chico en su silla que, a decir de él, tiene más de 80 años, asegura su abuelo vino a este pueblo hace más de 100 años, cuando aún había ferrocarril, la gente andaba en caballo.

“Primero se puso por el mercado, ahí venía mucha gente con sus bestias, viajaban en el tren, poco a poco se fue haciendo de sus cosas hasta comprar este local. Al principio fue de tablas, pero con forme pasó el tiempo mi padre construyó”, agregó.

Nostálgico, asegura que su más grande satisfacción es ver cómo, años después, bebés a quienes les cortó el cabello regresan todos hechos unos señores a volver a cortarse el cabello con él.

Foto: Miguel Ángel Contreras Mauss

 

 

Compartir: